"Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda,
y mi cama se queja
fría cuando te marchas."
Me quedé parada, observando desde abajo su balcón, como quién se queda absorta apreciando la luna en todas sus fases. Pero era inútil, ella no estaba, y si estuviera, no saldría con su sonrisa de regaliz y primavera, ni con su pelo enmarañado de niña recién levantada, ni siquiera me desagarraría por dentro..
Subí la cremallera hasta la boca, opté por colocarme la capucha para ocultar mis orejas del frío (esas que tanto ha besado/lamido/respirado hasta molestar) y me fui alejando poco a poco, con las manos en los bolsillos mientras las luces de las farolas dialogaban con los árboles, como si ambos temblaran de tristeza, yo, sin embargo, me marché como si buscara algo en el suelo, contando los pasos que nos separaban.
p.d. simplemente………….. eso.
1 comentario:
La cremallera hasta la boca... no sé de donde te salió este escrito o porque, pero dejame decirte lo que a mi me hizo sentir... sentí como esa vez que alguien me dijo adiós y para mi solo quedaba caminar dandole la espalda, mientras tragaba tristemente litros de saliva de resignación. Me encanta tu entrada, en verdad me gusta mucho tu estílo... y lo peor es que nisiquiera sé como dí con tu blog, pero que delicia.
Saludos!
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