Como un faro incandescente, cansada por el paso del tiempo,
los golpes de las olas insistentes, las altas temperaturas y los besos.
Una luz que va y viene, para avisar
a las vidas del mar
dónde no tienen que estrellarse...
y lo hacen,
...ilusas.
Él, se yergue y resiste a las investidas del viento
símbolo de firmeza, seguridad y valentía,
pero yo no resisto ni en los cuentos
y la dureza de mi fachada se debe a mujeres y a caídas.
Cómo cuando se es pequeña y torpe, jugar al pilla-pilla
es dejarse encostradas las rodillas,
mientras vas llorando a mamá
para que te las cure, pero ella... ya ni está.
¿Cuántos arañazos en la espalda de lenguas estacionarias?
¿Cuántos cortes en las manos de corazones rotos?
¿Cuántos vinos para no degollarme la coronaria?
¿Cuántos labios harían falta para hacer secar mis ojos?
Por ello admiro a los faros...
ojalá pudiera ser guía y dar la confianza justa,
para no estrellarte como en el pasado
como yo lo haría contra tu cintura.
Fd: Una fetiche de los faros.
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