Se advierte
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23/6/12
Entre efectos dominó y serendipias.
Estoy “Luisrreando” a destajo,
rememorando canciones,
recordando acordes
y comparando situaciones…
poniendo BSO a momentos de mi presente actual,
archivando otros,
y limpiando con la manga el polvo de sus carátulas,
mientras la otra mano está ocupada en calentar una cerveza,
o tocándome con su ausencia, en horizontal.
Todo (me) vale, después del Efecto Dominó,
que no domino,
pero ahí sigue…
volcando fichas a la velocidad de un fotograma en color sepia,
con la piel desteñida,
los pulmones despellejados
y los labios en carne viva.
Saliveo cual perro pavloviano
cuando escucho su voz,
eco de mis goteras entre las costillas,
casualidades que queman como el hielo
entre su clítoris y mi lengua,
sin (querer) saber las cosas tan raras que tiene el “azar”,
serendipias tatuadas a base de mordiscos,
royéndonos las venas, los muslos, la carótida, las muñecas y la aorta…
cuales wargos luchando por ver quien se pone encima,
quien aparenta tener el pecho más fuerte (de hojalata en el fondo),
quien se empapa más,
quien se oxida en ello,
quien se oculta jugando al despiste,
y quien se ablanda al estilo hoja…
después de la lluvia.
Y engancho su brazo para que me abrace,
y “la” pido tomar la luna juntas,
pero se ríe,
sin más…
y me quedo jugando con mis dedos entre su pelo,
haciéndome la dormida…
ocultándome entre las piedras.
p.d. escrito durante los minutos en los que no cuesta echarle un puñado de sal a la herida de las alas.
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